Amante de la antigua saga que me meciera en mi tierna infancia y después de haber acudido disfrazado a lo que en su día se me antojaba como el retorno casi imposible del fenómeno más extraordinario del cine... me comí como otros cientos de miles la payasada vejatoria más grande que se le podía arrojar a los amantes de Star Wars. El resultado fue este desahogo gráfico:
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