De cálida llegada y doloroso partir.

Historias compartidas, que se resisten a morir, en los recuerdos de uno, en las memorias de otro. Que duran dos vidas. Ascuas en lo profundo. Destellos de eternidad, llaman a tu ventana sin avisar. Cuestiones absurdas se derraman en un hilo insondable. Violento vacío sutil, que solo puede llenar una voz. Unas manos. Un corazón. Ahora extraño y al tiempo hermanado, por algo que una vez fue sagrado, único y hermoso per se. Como dos universos que antaño colisionaron con furia, y hoy por hoy, solo dos motas de polvo ajenas de si, danzando en la oscuridad, dan fe, de que no fue un sueño. Tal vez un accidente, pero no un sueño. Te haces viejo y se acumula lo irrepetible y singular. Ves nacer y morir más universos de los que imaginabas. De los que hubieras deseado. Voluntades se dieron la mano hasta seguir sus propios caminos. Mudo amargo dulce fantasma de un vivo te visita caprichosamente y sin avisar. De cálida llegada y doloroso partir. No dice nada y te deja hablar. Pero no te escucha. No puede. Y te duele. Solo puedes desearle paz desde tu ignorancia, desde tu respeto. Historias que sabes como nacieron, pero no más. Por no saber, no sabes tan siquiera, si esa parte de ti, habrá partido ya.


Héctor Luna Algar     2013